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* Por Hernán Yzurieta

Tronador II: recuperar sueños,
trabajo y expectativas

OPINIÓN La radicación de buena parte del proyecto Comenzó a tomar forma allá, por el año 2012, en Veró-
Tronador II en Punta Indio fue un hecho nica, la Base Aeronaval de Punta Indio; en Pipinas, en lo
que fue la vieja Cementera Corcemar; y en Punta Piedras,
más que trascendente para nuestro Distrito. en un camino vecinal que conduce al Río de la Plata lla-
Este plan de soberanía espacial y satelital mado Capetina.

le permitió a nuestras localidades tener una Son las impresiones en estos pueblos las que quiero
vinculación ineludible con la ciencia y la compartir en esta columna, para ofrecer una mirada
sobre los latidos de la Argentina tierra adentro, donde
tecnología. Además de generar un cambio este modelo de Estado se hace realidad, que se percibe
estructural en el desarrollo regional. no sólo en el exitoso lanzamiento de un cohete y el desa-
rrollo de un proyecto espacial, sino en cada día, en las
manos laboriosas que lo adoptaron como propio y vieron
en él la recuperación de sus sueños.

De este modo, la valoración de la mano de obra local
ha sido una de las claves en la gestación del Tronador II
en Punta Indio. Por un lado, en nuestros trabajadores,
en cada oficio y tarea, pero también por el aporte de
jóvenes científicos. La Facultad de Ingeniería de la UNLP
y la Municipalidad han sabido entender esto como eje
central. Así, al llevar adelante las obras necesarias por la
Administración Municipal, los recursos y la inversión se
distribuyen en los prestadores de servicios locales y en
la capacidad de trabajo de la zona, brindando una fuerte
inyección de recursos en la economía de la región.

La llegada de este proyecto no es fruto del azar, sino
del entendimiento de varios aspectos. Uno de ellos, la
incesante búsqueda de un nuevo perfil de distrito. Como
intendente considero que, el desafío de llevar adelante
los destinos de un partido como el de Punta Indio, es
generar cambios sustentables en el tiempo y lograr rever-
tir dependencias estructurales que suelen sufrir comunas
con características como las nuestras, de grandes exten-
siones territoriales y escasa población, 154.600 hectá-
reas y 10.000 habitantes. Con una capacidad ociosa de
propiedades del Estado existentes y aún de pie, aunque
devastadas por la fatídica década del ‘90. Aprovechar
lo que existe fue la premisa y dejar atrás la nostalgia de
un apogeo extraviado por la etapa neoliberal de vacia-
miento, privatizaciones y desocupación. Aquel Estado
ausente que dejó una profunda huella en nuestro país.

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